Yo sujeto tu espalda
y respiro, en medio de tu abrazo inverso,
sin mas motivos que la distancia controlada,
esta oración a modo de mantra
que eleva los sentidos y protege del todo mi corazón
Yo sujeto tu nuca con mi espalda
someto tu silencio y ese aliento desbocado
en la otra orilla de tu cuerpo,
espacios indivisibles que no consienten mas roces
que los vacíos oscuros desde donde acomodarse,
sin mas talento que la estrecha imaginación que nos convoca.
Yo sujeto tu pelo,
esa melena derivada de tu mente
ese inquietante musculo ejercitado por el paso de los años.
Yo, aún ausente del todo, lo comparo,
con el vino que no bebo,
o la esencia en la que no rezo,
con el cáliz seco y olvidado
de aquellas tardes donde sin poder mirarnos
sin saber mas allá de nuestras espaldas
sonreíamos a un presente que jamás pasó de página
disfrutando de una vida que a la larga
ha sido la mejor de las rutinas
el mejor de los destinos
la marea mas callada
una vida llena de ruidos, sobresaltos, algarabías y
espacios desde donde asomarse a lo que nos ocurre
sin tener porque entenderlo.
Yo sujeto apenas el espacio que cubre
tu cuerpo en contacto con el mío.
Yo sujeto sin demasiado esfuerzo
ese oleaje discreto
y esos días llenos
de una dulce gota de vacio rellenando
todo hueco que nos sepa a destino.
Yo sujeto tu presente
y a la vez,
como por costumbre
me mantengo en el mío.
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