El tumulto huele a gasolina,
Mientras en las calles sordas y vacías del presente
Se sitúan inmortales rencorosas dudas que a nadie protegen
Y a todos envidian en esta hoguera de infinito misterio
Los coches son mendigos refugios
donde el odio de los irregulares suburbios reparte blanca fantasía
Donde se cambia cristal por vida,
Donde los ojos pintados de sangre negra inundan
los corazones sombríos y apagados de una madrugada mas… .
Las doce, las once , las diez
El reloj avanza distraído con las horas descendiendo a este infierno desmedido y mediático
Donde la reina soledad exprime y exprime
la escueta sensación de este singular vacío.
Y las parejas se extinguen
Con sus manos rotas y despegadas
En este pasado de agónica felicidad asestada desde los dibujos y las flores
Desde los recuerdos que nunca fueron sueños,
Desde los sabores de oscuros colores que reinan la tierra de los desaparecidos en la noche… .
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