Me voy a
cenar esta ignorante nostalgia camino del paraíso,
voy a
fumarme cada recuerdo y a esnifarme los versos que me prohíbo tantas veces,
justo antes
de abrigarme con los kilómetros de asfalto que me recorren mudos
justo antes
de este desayuno de infieles sucesos
que me
prohíbe de nuevo pensar en ese mañana que ocurre sin buscarlo.
No me
importan las despedidas
no siento
que las cosas se acaben, empiecen o que vuelvan a terminar.
Es un viento
diferente
roces
cargados de sonidos
que susurran
baladas de pánico a orillas del otoño
y esos
vidrios disueltos en barras de recuerdos líquidos.
Es una
sinfonía de dobles imágenes robadas en bares donde juntarnos sin mas,
como si
fuera nuestro credo,
ese que
recitamos con los ojos muertos, llenos de sombras, llenos de negra luz.
No me
importan las amenazas sobrevenidas que vuelan siempre por tu mirada,
esa que
perdida y aislada se nutre de espejos absolutos
con reflejos
de inacabados destellos,
no me importa si esa luz mordida se escapa de un tiempo donde fingimos
ser dueños del mundo,
porque la vida nos escupirá y digerirá formando un imperfecto
bocado
de insomnios y descuidos.
Y así, asolados por los recuerdos de aquellos amaneceres de vuelta a
casa,
decidir una vez mas huir de estas vidas presentes quemadas de
madrugadas.
No me
importa reconocer que fuimos incapaces de cumplir nuestras promesas,
que
abaratamos el precio de nuestras vidas en noches de arañazos y porcelanas
rotas,
y en esos
paréntesis de éxtasis sobrevenidos
- bien sabes
que yo no recuerdo nada de esas noches infinitas-
terminar
vomitando los años prohibidos,
entre drogas
con receta, infierno de catequesis y misas con sabor a cerveza,
entre esos
fríos pasajeros como un escalofrío en pleno mes de Julio.
Saltábamos a
un vacío oscuro cada día
y mirábamos
juntos las estrellas en ese pozo oscuro del que nunca mas se vuelve.
Ahora ya, a
estar alturas,
no me
importa reconocer cuantas veces me equivoque contigo,
cuanta veces
en el arrullo de las primeras notas del alba me abandoné
a tu cuerpo
con el egoísmo de los idiotas que se creen cazadores
y son sólo
una pieza más en medio de tanta fauna.
No me
importa reconocerlo:
viví y me
vivieron
mentí y me
mintieron
morí al alba
tantas veces y caí muerto tantas más,
mientras yo
seguía
escribiendo los propósitos dormidos
en cualquier
desnuda alcantarilla de esos años dormidos
entre los
que muchos siguen soñando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario