la antigua sensación de no volver a tenerme
la estrepitosa estancia del no querer coger la agrietada mano del pasado
la creencia estúpida del que pensó en vano un beso perdido,
el que nunca llegó.
Que puedo esperar de aquella sonrisa
la sentencia marchita del que nada le corresponde,
la inocente espera del que nada recibe por mas que la ausencia se torne esperanza,
la creencia solidaria de la voluntad perdida en las manos que no aprietan ya,
no abrazan ya
sólo sentencian con la huida, las ruinas sudorosas de las caricias perdidas.
Que puedo esperar de ti,
mensajera del olvido,
compañera de la desilusión,
resonancia discreta de una vida que te guardas solo para ti.
Que puedo esperar de tan impaciente deseo, de tan implacable corazón,
De las insolentes palabras que todo lo dicen pero nada ofrecen,
que todo lo agotan y todo lo empañan,
del sabor agrio de la desesperación, del oscuro rigor que tiene esa mirada perdida, ese sabor a saliva, ese dolor que marchito
asombra y recoge el murmullo de la media vida.
Que puedo esperar del oculto capricho de un amor
asomado al abismo del miedo para dejar de ser,
para convertirse en mensajero de otras manos,
otras palabras,
otros versos que imitan la fotografía inédita de esta vida mía,
tan vulgarmente audaz.
Que puedo esperar de la compañera del dolor que tantas veces fue
compañera del amor.
Puedo esperar dejar de hacerlo.
Posiblemente sea uno de tus mejores poemas.
ResponderEliminarAlicia.
Pd.- Muy bonito el cambio de look
Gracias. Tiene una pizca de rabia, y un mucho de pasión desconcertada.
ResponderEliminarAcojonante
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