La distancia.

Ahora toca volver a cerrar las puertas,
encerrarme en el oscuro desván en que se ha convertido esta  habitación hueca, sin luz..

Ahora queda recurrir a los olores y recordar el tacto distraído  de aquellos besos,
queda la sincera emoción de un presente que se ha ido y sin embargo no es pasado todavía.

Siguen intactos los olores y las siluetas perdidas chocando
contra la sombra que inunda los pasos vencidos por la nostalgia,
y las  melodías distraídas que poco a poco se apagan,
queda el eco de la distancia y la alternativa mirada de las estáticas fotografías.

Siguen los mensajes de palabras rectas y sucesos incompletos
se quedan almacenados junto a las lágrimas y los recuerdos.

Es tiempo pues, de  envolver la lejanía en pedazos de vacío
y colocar las sonrisas apiladas en la estantería de las dudas,
donde algún día, ya remoto, reposó la alegría.

Y sin mas motivo,
acostarse y dejar que los días se acurruquen de nuevo junto a la conciencia,
apretando fuerte los ojos y cerrando con energía los puños
para no dejar que nadie desde ahí fuera deseé tu fortuna, tu bien, tu dicha...

Agota ver como la imaginación sonríe y la realidad golpea,
como siempre lo que es malo para ti  es bueno para los demás.

Mientras tanto, respirar hasta que llegue el momento,
acordonar este destierro como a la propia vida,
desenterrar las caricias y repartirlas entre las cómodas estancias
donde habitan los nombres  que se destapan ante mi sin condiciones,
y esperar sereno hasta que un torbellino de palabras sin sentido y frescura
inunde de sonora  felicidad
hasta el último rincón de mi vida.