Palabras y acordes que te miran por dentro

Todas las grandes pasiones son desesperadas: no tienen ninguna esperanza, porque en ese caso no serían pasiones, sino acuerdos, negocios razonables, comercio de insignificancias."
Sándor Márai.

martes, 21 de octubre de 2014

Tristeza






Tristeza,
contener el aire y  que su vuelo desaparezca,
entre la dulce y sonora tristeza de los nombres que
se susurran y te sacuden la alegría.

Tristeza,
esencial momento de pena que acude y se desmaya con las flores de la vida entre las manos
con la herida de esos días pasados por el agua que salada,
sacude el hielo de las lágrimas prohibidas.

Tristeza,
poeta y manos que sonrojan versos
mientras acarician las pestañas dolidas de estos lamentos que díscolos
no dejan de acariciar mi cara,
como los ojos que sangran en copas de domingo sin miedo a que te vayas
porque ya no estas,
y la presunta soledad de esta casa
que termina con una  tremenda inquietud 
porque la ausencia se viste sin ti.

Y Madrid que se enciende con la luz de la tristeza
y  las noches que se espantan porque no puedo dormirlas 
sin los acordes de aquellas músicas difusas que has hecho reventar,
mientras yo
recorría la imaginaria cintura de esas indeseables bondades
que no quieren  esperar a que digas :No.


Tristeza, 
viajando por las venas para que las arterias se rompan
cuando tu voz se eleve y la tormenta se expanda,
entre la habitación de un  miedo vulgar que se torna cómico,
en la cama del desolado deseo, 
mientras tu boca se alborota sin que tus labios escupan el ansia por tenerte, 
sin que tus manos recojan la angustia de esa pasión cristalina
que tan oscura descansa en el placer de la noche,
sin que tu cuerpo redima esta  ansiedad que continúa
para que esta media noche sin luna sea la postal delicada que adorne
la cama de quien tanto te profana.

Entre tu tristeza
se harán el amor y la angustia volverá a ser solo tuya,
y la ansiedad solo mía,
mientras recojo los cristales de esos vasos dormidos 
respirando en las manos vacías de este universo tan cambiante
tan fugaz, tan loco,
tan capaz de sostener esta inalterable rutina de desechos confinados
por un amor que
una vez mas,  se arrodilla.


Tristeza,
tanto pesan las palabras que queda prohibido escucharlas,
leerlas entre la tormenta de este insolente desierto   
de tristes promesas a medio edificar,
ventanas brillantes donde se estrechan las fachadas  
y se reflejan esos sueños que cautivos socorrerán 
a la madrugada sin nombre,
mientras esta noche se pronuncia sin pudor 
en el vacío de estos versos sin destino final


 Tristeza, para pasar y sentarse mientras todo se redime y al final todo se estalla. 

 



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