Hay días en
los que la urgencia por saberte se adueña de mi
y quiero
exprimir el tiempo que las aguas recogen y la tristeza derrama,
una
constancia que apenas se convierte en palabras,
un brillo
sin tesón, tenue, fugaz,
un empeño
desolado
llamando
desprevenido a la puerta de tu maltrecha memoria.
Hay días en
los que me hierve la vida en cazos de sonámbulos sueños,
espacios
donde te cobijo sin motivo
porque ya no
quieres sentirme a tu lado,
porque la
nostalgia me sobra para decidirte sin reparos,
para
contenerte sin espacios entre las huellas de mis descosidos zapatos.
Días y horas
que componen sonrisas destacadas,
que no
construyen ilusiones,
que se
entretienen con los rotos desatendidos de tu apagada sonrisa
y se
preocupan sin miedo de la debilidad con que tus caricias entienden
este amor
que descompone el frio,
que se
somete al fuego
pero se
intuye sostenido y fugaz.
Hay días que
simplemente no resides en la ausencia porque renuncias a ella,
y en el
portal de la rutina te pierdes de mi,
te despides con sonoros besos de attrezzo
despistando
a la ilusión y a ese lápiz con que el escribir esos diarios
que ya no
son.
Y es que en
días así,
agarro la
botella de la tristeza y me emborracho de este dolor tan mio que me oxigena:
donde otros
encuentran asfixia yo respiro y me sosiego.
Parece
mentira que la costumbre se adueñe de este ignorante brebaje que tanto daño
sugiere
y tanto
estigma padece.
Parece que
la soledad se alimente de este desarraigo que el silencio provoca
en medio de
esta habitación donde la vida propone un lugar al que agarrarse,
una soledad
que mediatiza un miedo por el que pasamos,
en el que al
final dormimos
a esta dulce
pena.
Los
días,
los espacios
en blanco desde donde asomarnos al abismo de nosotros,
los momentos
en los que cerrar de golpe el cuaderno vacío,
ese abismo
hueco que tanto invita a seguir bebiendo…de esa copa llena de amargura.
Y después,
la resaca
del domingo que asusta y duplica el daño,
la que
desorientada se quedará descansando en la orilla de este desierto de
penas
en los que
cada día se convierte este principio de Otoño.
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