Palabras y acordes que te miran por dentro

Todas las grandes pasiones son desesperadas: no tienen ninguna esperanza, porque en ese caso no serían pasiones, sino acuerdos, negocios razonables, comercio de insignificancias."
Sándor Márai.

jueves, 16 de octubre de 2014

Principio de Otoño.


 

 
Hay días en los que la urgencia por saberte se adueña de mi
y quiero exprimir el tiempo que las aguas recogen y la tristeza derrama,
una constancia que apenas se convierte en palabras,
un brillo sin tesón, tenue, fugaz,
un empeño desolado   
llamando desprevenido a la puerta de tu maltrecha memoria.

Hay días en los que me hierve la vida en cazos de sonámbulos sueños,
espacios donde te cobijo sin motivo 
porque ya no quieres sentirme a tu lado,
porque la nostalgia me sobra para decidirte sin reparos,
para contenerte sin espacios entre las huellas de mis descosidos zapatos.

Días y horas que componen sonrisas destacadas,
que no construyen ilusiones,
que se entretienen con los rotos desatendidos de tu apagada sonrisa
y se preocupan sin miedo de la debilidad con que tus caricias entienden 
este amor que descompone el frio,
que se somete al fuego
pero se intuye sostenido y fugaz.

Hay días que simplemente no resides en la ausencia porque renuncias a ella,
y en el portal de la rutina te pierdes de mi, 
te despides con sonoros besos de attrezzo 
despistando a  la ilusión y a ese lápiz con que el escribir esos diarios
que ya no son.

Y es que en días así, 
agarro la botella de la tristeza y me emborracho de este dolor tan mio que me oxigena:
donde otros encuentran asfixia yo respiro y me sosiego.
 
Parece mentira que la costumbre se adueñe de este ignorante brebaje que tanto daño sugiere 
y tanto estigma padece.

Parece que la soledad se alimente de este desarraigo que el silencio provoca 
en medio de esta habitación donde la vida propone un lugar al que agarrarse,
una soledad que mediatiza un miedo por el que  pasamos, 
en el que al final dormimos
a esta dulce pena.

Los días, 
los espacios en blanco desde donde asomarnos al abismo de nosotros,
los momentos en los que cerrar de golpe el cuaderno vacío,
ese abismo hueco que tanto invita a seguir bebiendo…de esa copa llena de amargura.

Y después,
la resaca del domingo que asusta y duplica el daño,
la que desorientada se quedará descansando en la orilla de este desierto de penas 
en los que cada día se convierte este principio de Otoño.

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