Con vistas al mar.
Desde este Madrid donde el bochorno
seduce los escotes de los versos sin dejarlos apenas respirar.
Con vistas al mar,
pausa y respiro de las tardes afiladas, donde las noticias sucumben a tu
ausencia, donde los milagros se disfrazan con tus tacones y salen a pasear sin
el estrés de la irrealidad profunda de las ocho de la mañana.
Quiero una casa con vistas al mar, al azul de tus ojos, al
color de tu pelo, al rozar de tus labios. Quiero que mi ventana se asome a ti, que
se entretenga con esas melodías tuyas en medio de la penuria y el hastío.
Quiero que las palabras retornen sin miedo buscando el envoltorio de tus
susurros y que las olas que se acercan a los pies de mi orilla me hablen de ti.
Y resolver los pecados que no cometimos juntos y dejar que las noches se
iluminen con los rayos de tus latidos y que las orgías sean montones de libros
desiertos de hojas escritas para nosotros.
Quiero que esa ventana sea un estéreo despertar de sonidos
entrelazados a tu boca y los buenos días que en sueños reproduces en
mi almohada. Que se eleve el sol de primavera hasta que tu cara sea el contraluz
de las mañanas y esa sonrisa vuele y se duplique por cada minuto a lo largo de
los días.
Y que esa ventana en el mar de la distancia sea algo
discreta cuando me sorprendan las sabanas hablándome de ti y no pueda evitar gritarte de tanto amor.
Quiero entonces que te acurruques y recites las palabras que
tanto nos cuesta pronunciar, que tanto alimento nos dan, que tanta ausencia
provocan cuando como ahora, ya no están.
Quiero esa casa con vistas al mar, en Madrid, donde auguro
un comienzo de verano distinto, donde las olas ahoguen los tiempos muertos y
solo haya verdad en estos días en los que tanto me cuesta respirar.
Quiero ver esa fotografía pegada a mi pared. Y que el brillo
de tus ojos te hable de mí , mientras miras al mar desde la ventana.
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