Palabras y acordes que te miran por dentro

Todas las grandes pasiones son desesperadas: no tienen ninguna esperanza, porque en ese caso no serían pasiones, sino acuerdos, negocios razonables, comercio de insignificancias."
Sándor Márai.

lunes, 18 de mayo de 2015

Sobran los motivos.




                                      





Aprendí a mirarte con el sabor de las palabras, sonidos que se estremecían juntos al ángulo recto de tus pisadas.
Nos prometíamos olas de salitre envueltas en saliva y figuras de piedra donde adivinar la indulgente retina de esa luz oscura tan llena de vacío, tan llena de nada.

Aprendí a que sin nada podríamos llegar a ser todo y que cuando ya lo hubiéramos tenido, todo podría convertirse en vacío sin mas murmullo que el de nuestras sombras dándose la espalda.

Ahora apenas tengo recuerdos de aquellos roces de entonces, de esos instantes donde las caricias con formas de picos rotos nos rompían el alma. Las aristas de aquellos besos que sabían a fuga, y los sentidos destilando aromas que desnudaban las sabanas de esta todavía  inútil habitación del sueño, donde no consigo encontrarte.

Es en esas tardes desde donde me asomo a mirar sin sentirte. 


Te busco entonces con la educación prohibida de las sirenas, sin el coraje de los años desmedidos por el deseo y el fuego pero con las manos llenas de los errores de esa isla discreta que nada nos dio. 
Desde entonces he aprendido a escuchar ese vacío inútil  que tanto reduce la ansiedad de mis lamentos, que me lleva a encuadernar los recuerdos y colocarlos en la repisa de los libros sordos. 
Desde entonces tu nombre son letras sin rumbo que jamas volverán a juntarse para decirme tanto.

Quizás te mencione en silencio sin espejos donde reflejarte. Y quizás te aísle entres aquellas sombras que sean capaces de adivinarte. 

En cualquier caso traslado tu recuerdo a ese jardín difuso donde las plantas sorteen  tu espacio para no descuidarte. Arboles de colores escuetos donde sollozaran los versos que ya olvidaste, para terminar abrazándote  a las estatuas de palabras y compartiendo rumores en los días de asueto.

Quizás las hojas en las que ya no escribo sean capaces de recuperar esos latidos perdidos.

Quizás desde ahí la cadencia y la soledad no es mas que un recorrido difuso  donde naufragan las palabras  abrazadas a tu ausencia.

Quizás todo sea un medio para perderte sin miedo, para abrazarte sin esa forma inmaterial y permanente con la que nos abrazamos últimamente. Todo intento resulta vacío: los brazos caídos, los labios gastados, los ojos vencidos y el corazón castrado.

Mejor será que escuches sin mas a tu impaciencia. Recoge los esquemas desde donde nos nombrábamos  y abandónate sin dudas a ese ejercicio de ternura llamado: felicidad.

Mejor será que ocupes ese espacio desde donde  te ves mas expuesta: el brillo de los ojos y el calor de los deseos llenaran esos agujeros que sin duda te hará el camino. 

Y si la vida te rescata, disculpa estos latidos en forma de versos. Los dos sabemos que los sueños siempre son una forma inacabada de realidad donde de manera irremediable, sobran los motivos.



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