Imagino
versos que no se podrán escribir y sombras sobre las que dibujar memorias
inacabadas. Miedos sobre los que nombrar lo todavía desconocido. Y
nombres aún prohibidos inundando los espacios en blanco de esta opaca marea de
olvidos.
Imagino
dragones, monstruos,
gigantes sin
más tentación que el hacerse más y más grandes en medio de esta biblioteca
plagada de momentos descosidos por las lecturas de cada día.
Imagino
ambiciones y recetas para sobrescribir un futuro redactado en esos libros que
tanto huelen a sueños.
Dolores
inacabados, vencidas recetas que el pasado nos trae hasta aquí. Deseos
amordazados, cuerpos sin tachones en ese nuevo cuaderno que se convierte la
vida en el amanecer de cada hoja.
Imagino
entonces mitos deshaciendo espacios pasados,
recogiendo
recuerdos rotos, empezando de nuevo, con el sabor de esas olas divididas por
tus ojos, adormecidas por los versos desnudos que recitan las lágrimas de tu
boca.
Y sorpresas
de última hora sin apenas tiempo para reescribir el miedo que se mantiene
sujeto a las suelas de los zapatos. Un miedo azul adormecido que no se deja
pisar,
que no se
quiere encontrar con los mismos pasos, las mismas dudas, los mismos
miedos.
Imagino
verbos y pronombres con acento de extranjeros sentidos, emociones que no me son
amigas, cercanas, afines. Sentidos que no alborotan los cabellos dormidos en
esa almohada vacía que no consigo disimular cuando adormezco la ansiedad y la
rabia en esta noche futura y singular.
Imagino
entonces que me llamaras para motivar una huida hacia adelante y me colmaras de
versos, me ahogaras en besos y recurrirás a la distancia para poder soportar el
camino de vuelta. Navegaremos a oscuras entre el silencio de los besos y las
caricias de la letras que una a una interrumpirán el sentido de tus dedos sobre
mi.
Fijaras tu
mirada en ese libro abierto que tantas cosas le dirá al espacio dormido en que
se convertirá tu corazón. Y sonreirás delante de esa imagen vencida encima de
esa mesa oscura donde hace años rompiste a llorar por amor. Era la primera vez.
Era la primera deuda que contraías con ese cuerpo delicado y ambiguo que
ya no se deja querer.
Algo se
parece a algo, aunque el futuro se adueñe de los sueños. Algo se parece a aquel
estadio desierto de sombras entre las que bailamos una y otra vez. Canciones
con sabor a pasado escupen mi futuro entre algodones de hielo y terrones de un
azúcar con sabor a acero inoxidable.
A algo sabe
el cielo cuando se comprimen las dudas y se envuelven en un futuro que a todo
me sabe y sin embargo se mantiene intacto e interesado por llegar.
Ahora
entenderás porque imagino dragones, tesoreros prohibidos que cuentan
versos y reparten poemas en negro, como si de la "caja b" de la
vida fuera necesario rescatarlos para comprender que todo es falso, pero
nada es mentira. Que el attrezzo en el convertimos las horas y los días es solo
eso: un espacio vulgar en el que conseguimos degustar un pasado rancio con
sabores frescos de futuro indecente.
Estas, te
veo. Cara de mañana, con antojos del pasado. Y tu mano paseando otra
mano. Y tu memoria perdida en los sueños de otro. Y la cima del volcán bebiendo
fuego y quemándome un mañana que esta llegando.
Estoy varado
en la orilla. Estoy deseando encontrarte, viendo el contraste de las olas del
mar cuando cansadas remueven la arena pisada y la convierten en nueva. Vida
oscura, lenta poesía, luz opaca, torrente de espejos diminutos que
le roban las burbujas al amanecer.
Hay vida
detrás de la orilla, hay lugar para que vengas, para que tu perro olisqueé mi
mano y acaricie mis pies desnudos.
Hay tiempo
para que los recuerdos cicatricen con esta sal fina que tanto me sabe a ti... y
sin embargo, imagino viento suave, olas secas, manos mojadas y brillos latiendo
en el corazón de un mar distinto, pérfido y fugaz, porque sé que no vendrás jamás.
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