Palabras y acordes que te miran por dentro

Todas las grandes pasiones son desesperadas: no tienen ninguna esperanza, porque en ese caso no serían pasiones, sino acuerdos, negocios razonables, comercio de insignificancias."
Sándor Márai.

sábado, 30 de mayo de 2015

Ejercicio de futuro.












Imagino versos que no se podrán escribir y sombras sobre las que dibujar memorias inacabadas. Miedos sobre los que nombrar lo todavía desconocido. Y  nombres aún prohibidos inundando los espacios en blanco de esta opaca marea de olvidos.

Imagino dragones, monstruos, 
gigantes sin más tentación que el hacerse más y más grandes en medio de esta biblioteca plagada de momentos descosidos por las lecturas de cada día. 

Imagino ambiciones y recetas para sobrescribir un futuro redactado en esos libros que tanto huelen a sueños.

Dolores inacabados, vencidas recetas que el pasado nos trae hasta aquí. Deseos amordazados, cuerpos sin tachones en ese nuevo cuaderno que se convierte la vida en el amanecer de cada hoja. 

Imagino entonces mitos deshaciendo espacios pasados, 
recogiendo recuerdos rotos, empezando de nuevo, con el sabor de esas olas divididas por tus ojos, adormecidas por los versos desnudos que recitan las lágrimas de tu boca.

Y sorpresas de última hora sin apenas tiempo para reescribir el miedo que se mantiene sujeto a las suelas de los zapatos. Un miedo azul adormecido que no se deja pisar, 
que no se quiere encontrar con los mismos pasos, las mismas dudas, los mismos miedos. 

Imagino verbos y pronombres con acento de extranjeros sentidos, emociones que no me son amigas, cercanas, afines. Sentidos que no alborotan los cabellos dormidos en esa almohada vacía que no consigo disimular cuando adormezco la ansiedad y la rabia en esta noche futura y singular. 

Imagino entonces que me llamaras para motivar una huida hacia adelante y me colmaras de versos, me ahogaras en besos y recurrirás a la distancia para poder soportar el camino de vuelta. Navegaremos a oscuras entre el silencio de los besos y las caricias de la letras que una a una interrumpirán el sentido de tus dedos sobre mi. 

Fijaras tu mirada en ese libro abierto que tantas cosas le dirá al espacio dormido en que se convertirá tu corazón. Y sonreirás delante de esa imagen vencida encima de esa mesa oscura donde hace años rompiste a llorar por amor. Era la primera vez. Era la primera deuda   que contraías con ese cuerpo delicado y ambiguo que ya no se deja querer. 

Algo se parece a algo, aunque el futuro se adueñe de los sueños. Algo se parece a aquel estadio desierto de sombras entre las que bailamos una y otra vez. Canciones con sabor a pasado escupen mi futuro entre algodones de hielo y terrones de un azúcar con sabor a acero inoxidable. 
A algo sabe el cielo cuando se comprimen las dudas y se envuelven en un futuro que a todo me sabe y sin embargo se mantiene intacto e interesado por llegar. 

Ahora entenderás porque imagino dragones, tesoreros prohibidos que cuentan versos  y reparten poemas en negro, como si de la "caja b" de la vida fuera necesario rescatarlos para comprender que todo es falso,  pero nada es mentira. Que el attrezzo en el convertimos las horas y los días es solo eso: un espacio vulgar en el que conseguimos degustar un pasado rancio con sabores frescos de futuro indecente. 

Estas, te veo. Cara de mañana, con antojos del pasado. Y tu mano paseando otra mano. Y tu memoria perdida en los sueños de otro. Y la cima del volcán bebiendo fuego y quemándome un mañana que esta llegando. 

Estoy varado en la orilla. Estoy deseando encontrarte, viendo el contraste de las olas del mar cuando cansadas remueven la arena pisada y la convierten en nueva. Vida oscura, lenta poesía, luz  opaca, torrente de espejos  diminutos que le roban las burbujas al amanecer.

Hay vida detrás de la orilla, hay lugar para que vengas, para que tu perro olisqueé mi mano y acaricie mis pies desnudos.

Hay tiempo para que los recuerdos cicatricen con esta sal fina que tanto me sabe a ti... y sin embargo, imagino viento suave, olas secas, manos mojadas y brillos latiendo en el corazón de un mar distinto, pérfido y fugaz, porque sé que no vendrás jamás.

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