Palabras y acordes que te miran por dentro

Todas las grandes pasiones son desesperadas: no tienen ninguna esperanza, porque en ese caso no serían pasiones, sino acuerdos, negocios razonables, comercio de insignificancias."
Sándor Márai.

domingo, 3 de julio de 2016

Tatuaje


  





Me he tatuado esos besos
bajo la  piel adormecida que descansa firme
en ese pinchazo uniforme que la tinta de tus labios rompe,
con la sangre quemando los renglones de la muerte
esos que la boca lee despacio en la huida de mi nombre.

Me he roto las manos escribiendo esas palabras
donde desordenadas y prohibidas letras apoyan las manos 
junto al pedestal de la locura,
ternura absurda y vertical desde la que soñar sin ti
resumiendo  los azules días
donde nos mojábamos la ropa con el sabor de la nostalgia,
con el olor de esa mirada tuya cabalgando por los pasillos de la noche.

He saltado al vacío
me he roto en pedazos
huesos, manos, piernas, corazón...
introvertida rutina desde donde alzar la bandera desnuda de tanta pasión herida, perdida, derramada.

Me he convertido en un saco vacío oscilando sin destino
por la arterias de un cielo inocuo y sofocante en estos días de verano.

He colgado de esa foto
con tus besos en la repisa de un espacio vacante que sin tregua  impones,
desde un lugar oscuro y singular  donde sueles acariciar este  alma que prohibida te venera
sentada en la orilla ingenua en este campo de batalla
desde donde quisimos  arrancarnos la vida,
desde donde arañamos el talento de nuestro denostado coraje
roto por la vida,
inmerso en un quejido nocturno que inunda las alcantarillas de este amor de bajos instintos
desde donde abrazo el sucio gemido de tu ausencia.

Calor y desaliento en esta tarde mía que se acuerda de ti
como si este espeso recuerdo de julio
fuera  la tortura fina que posee tu espacio como lamento que escuece y tiembla,
como si estas letras tatuadas con el nombre de tu vida fueran a doler hasta el ultimo día,
fueran a sentir como el primero
fueran a explotar cuando tus besos se apaguen en el fondo de ese coche
desde donde me observas ausente
para acelerar el rumbo de tu despedida.

Duele pero se aguanta este dulce y singular adiós que no termina jamas.

Duele como mi piel gritando a cada punto de tinta las letras de tu nombre. 

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