Empezarte.

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Hoy toca mirarse la manos, 

recorrer esas autopistas de luces tenues que no nos llevan a ninguna parte,
toca entretener estos vientos que siempre hacen llorar a las pupilas
dormidas que anidan en los ojos.

Hoy toca dormir esta vida inquieta que ha decidido navegar en cruceros financieros
llenos de cifras que acaudalan de nada el universo adormecido 
donde solíamos escuchar los motores de la ausencia a su paso por nuestra calle.

Hoy toca contar las gotas que esta lluvia amontonada nos tenía guardadas
en cajas moradas desde donde llenarnos de nosotros y vaciarnos de ti. 

Nosotros que anidamos un desesperado universo
mientras  abdicas de las antiguas  tardes de sillón y manta
entre esos flecos que inundaban nuestras quimeras de película 
con finales edulcorados,
mientras maltratábamos el lenguaje y lo hacíamos prisionero de nuestras interesadas dudas 
 y entre sueños nos decíamos adiós.

Hoy toca vagar por la orilla de una inacabada tertulia
la que dejamos en suspenso días después de marcharte,
esa que te encontraba tan guapa y serena,
esa que siempre te vio caminar poniendo el acento en la dulce melodía de tus labios
al respirar,
esa que sin querer hundía tus silencios en besos cargados de incomprensibles palabras
hasta que los suspiros traducían el castellano- amor, amor- castellano.

Hoy toca respirar los inclasificables negocios que llenan de páginas estos oscuros libros
desde donde empujar a la vida y sujetar este templo de locura en el que vivimos demasiado tiempo ya.

Hoy toca empezar por el tejado, recontar las tejas rotas y arreglar ese espacio que infinito
cobijará la vida,
moldeará la tristeza y 
hará susurrar a puertas y ventanas los insolentes acordes
de un café recién hecho con esas palabras que abrigan tu nombre,
con esos espacios que me deja tu ausencia.

Hoy toca y no sé por dónde empezarte.