Siempre vuelves.

 

Adoro esa sonrisa tuya imperdonable,

ese espacio que encuentro debajo de tus palabras,

ese lugar en el que todo da origen a todo

y desnudas sin sentido un oculto pensamiento lleno de deseo 

y siembras dudas mientras tu mirada se permite 

ese lujo incesante con que provocas sin saberlo

un mar de caricias dibujando despertares,

un desierto de cenizas

derritiendo amaneceres. 

Mi sustento,

tu juego abandonado a una lluvia de verano.

Mi apoyo,

tu enloquecido rival enamorado,

síntomas de una desdichada corazonada

que sucia y rota 

transporta sueño allí donde no hay mas nadie

y solloza soledades 

allí donde la gente se arremolina en busca de nada,

como rutinas llenas de pasos dirigidos sin destino aparente

pasos rotos que se suicidan al doblar cada esquina

que se permiten morir mientras su sonido se extingue al final de las aceras,

cemento vencido

vidas venidas de otros lugares

amores prohibidos que rompen amores

dolores semejantes que rompen dolores

y vidas subrogadas 

que viven otras vidas.

Adoro esa sonrisa imperdonable

y mientras te alejas me arrodillo y te rezo

diosa de un pasado irónico, abstracto, sexual, ingenuo.

Adoro tu inquietante sueño

y respiro por ultima vez 

los exquisitos sonidos que te descomponen

diva y señora de la infinita distancia

amor sereno

en esta primera noche de verano.