Palabras y acordes que te miran por dentro

Todas las grandes pasiones son desesperadas: no tienen ninguna esperanza, porque en ese caso no serían pasiones, sino acuerdos, negocios razonables, comercio de insignificancias."
Sándor Márai.

viernes, 8 de febrero de 2019

Nunca dejes de bailar

 

Yo te he visto bailar bajo el diluvio de noches en vela
danzar a oscuras sin aparente motivo entre la niebla y la espuma
como cuando los locos de las fotos se esconden tras las gotas de un barro inquieto
o se disuelven en hielos contenidos borrachos de si mismos.

Yo he visto como alborotabas las olas del día de los encuentros
ese en el que todos volvíamos a vernos, a solas, sin mas, a solas. 

He visto como te dolían las manos de tanto apretar la ausencia.

He visto como escondías bajo los dedos esa rabia que acontece cuando ya no estas,
cuando lo que duele es el vació de un dolor que ya no esta 
y por eso duele,
porque después de tantos años ya nada duele, nada quema, 
todo se vuelve roca, piedra, muro, frio, hielo…hiere pero ya no empapa. 

Yo te he visto danzar a solas, sin mas música que tu sonrisa,
sin mas pronombres que los ausentes,
sin mas esquinas que ese calor que todo lo doblega y pervierte, 
sin mas dolor que el sabor de tus besos en el aire
sin mas sabores que el roce de la contenida e histérica existencia sin ti.

Yo he visto bailes dormidos en tu regazo
narcisistas con perilla sonriéndole a la fragua roja, 
fuego vivo de mentiras e insultos 
que nos saben de amor sin minúsculas,
de versos sin decimales,
de pesadas formulas con resultados improvisados. 
 . 
 He visto como bailabas hasta dejar morir al ultimo baile, uno tan nuestro, 
uno donde la memoria crecía sin limites,
pero los saxos tenores de John Coltrane o Charlie Parker
ya abrían tus ojos de sensaciones 
en un coche parado en el parking de la nada, 
mientras ese rif se hacia infinito detenido,
inagotable, asustado y deslumbrado. 

He visto llorar sin fe a los paseantes dormidos en las noches de invierno
mientras tu cuerpo naufragaba una vez mas de vuelta a casa.

He visto correr sin rumbo a  atletas con espasmos y ruinas emocionales en el quicio de tu estampa, 
figuras que el destino te roba de entre las piernas como acordes sucios de guitarras sin afinar.

Era ya tarde y todos bailaban. Era una noche oscura infinita y hasta desconsolada. 

Era ya tarde y yo te miraba.

Tonos negros elegantes iluminaban cada rostro  opaco, sin filtros, como si las altas luces desocuparan cansadas los brillos en otros lugares,
como si los espacios llenaran de tentaciones los últimos minutos de una noche que se iba de vacío. 

Un diluvio de velas encendidas bailaban y bailaban.

Algunas dormían al ritmo del ultimo adiós 
y otras enloquecían con el soplido final
mientras olas de humo se disolvían una noche mas 
sin ti, 
sin mi, 
sin nadie.

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