Me falta armonía para discutir tu origen,
El pensarte a solas
Sin tu mirada clavada en el corazón de mis espinas.
Nadie me hubiera dicho que tendría miedo a sentirte,
Que anidarían en mis pensamientos
Versos capaces de huir de mi memoria por el pánico de tus palabras,
Por la temida y mordaz ironía que ahora presentas.
Nadie se hubiera atrevido a contaminar nuestras caricias,
Ni siquiera a blasfemar de nuestra sonrisa,
Nadie que nos hubiera conocido en origen
En la lucha, en los días de interminable niebla,
Aquellos en los que ahora pienso
Aquellos que me hablaban de ti sin que yo apenas escuchara.
Ahora reinterpretamos el pasado,
Las ayudas, la lealtad, el desánimo,
Las huidas a medianoche, los recorridos vencidos de la rutina,
El espacio vacío donde anidaban las sombras,
Ahora nos miramos en nosotros
Y el agujero se hace mas profundo, se hace mas lejano, se hace mas oscuro.
Nadie me hubiera dicho nunca
Que no estuviese tranquilo,
Que esa mirada tuya, era verdad, amor, entrega,
Nadie se hubiera atrevido a contestarla, a seducirla, a practicarla.
Nadie se hubiera atrevido a tocarla.
Nadie, excepto tu,
Un día cualquiera de cualquier año,
Un día distinto, como los demás,
Un día plagado de costumbre, de rutina y soledad.
Nadie excepto tu podría haberme dicho que a mi amor ya no le amabas,
Que mi sombra tapaba tu esquina
Que mis labios sobraban en tus labios,
Que mi noche oscurecía tu día.
Nadie excepto tu, seria capaz de decirme,
Que los días se habían acabado
Que nuestra casa se había hundido
Que nuestro barco había naufragado.
El peso de tu nombre es infinito,
El peso de tu vida,
El de mi silencio,
El de tu latido abandonado…
El peso de tu nombre es infinito,
El peso del pasado
El de la arena
De una playa que no existe,
El de la luz que sofoca mi oscuridad repentina.
El peso de tu nombre es infinito,
Pero es tu nombre,
y ya no es mío.
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