Reconozco que mi vacío llena el rincón de lo
imposible,
el alma camina dormida
con el temperamento acostumbrado del vago
respeto por lo desconocido,
con la marchita brillantez
que los años, día a día, se sacuden.
Reconozco que los brillos distraídos de las
sombras,
se acurrucan a mi lado sin sentido,
pues mi cobijo anhela sumergido el dolor de
las siluetas vacías,
y abandonado y discreto
busco en el eco de tus ojos
el fantasma de mi ausencia.
Tú puedes estar de todo menos vacío.
ResponderEliminarEs un vacio muy lleno, si...
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