Yo que me
quedo mirándote como el que no mira, como el que ausente huye o se escinde con
los pensamientos perdidos en la explanada de esa rutina que convocan los días
iguales o idénticos, espejos unos de otros.
Yo me quedo
clavado espiando tus dudas, acariciando tu piel en el deshielo de la noche,
sobornando a mis sueños para que me dejen empujarte contra el frio intenso de
una pared vacía llena de ti.
Yo me quedo
absorto sin miedo a que no vuelvas. Me quedo lleno de ti en las noches en las
que no me doblegas, en los lugares comunes donde desconcertar a esa ira
incesante que tanto declama en los días en que no estas.
Y así llego a
esa luna vacía, llena de sombras, donde mecer con dulzura la sintaxis que
establecen las palabras cuando se cobijan en ti.
Y cuando la
ausencia se vuelve austera de secretos y delirios y no sé donde acudir para
encontrarte. Cuando la esencia de lo que eras se disuelve entre las hojas de
un invernó frío y desconcertante haciendo volar el orgullo calle abajo,
desobedezco y me enredo en los mas de mil paisajes que tu cuerpo desnudo me
sugiere cuando no está.
Y así la retina se vuelve de un color rojo intenso entre el frío del invierno y el fuego de esos ojos que recuerdan el Olimpo, antes de que la noche juegue a cautivar sin paliativos las sombras que te seducen, las manos que te provocan, las palabras que se diluyen entre las piernas de tu vida.
Y así caminar se hace diferente. Y así prolongar la senda del incierto destino se hace dulce y tenue a partes iguales. Mientras el mar que todo lo borra se acerca a la orilla que todo lo fija y consigue fundir entre la espuma, un pedazo de vida que ayer era la más ingenua, las más anónima, la más desconocida.
Y así la retina se vuelve de un color rojo intenso entre el frío del invierno y el fuego de esos ojos que recuerdan el Olimpo, antes de que la noche juegue a cautivar sin paliativos las sombras que te seducen, las manos que te provocan, las palabras que se diluyen entre las piernas de tu vida.
Y así caminar se hace diferente. Y así prolongar la senda del incierto destino se hace dulce y tenue a partes iguales. Mientras el mar que todo lo borra se acerca a la orilla que todo lo fija y consigue fundir entre la espuma, un pedazo de vida que ayer era la más ingenua, las más anónima, la más desconocida.
Genial!
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