Ámbar verde y agua oscura
al final de la escalera,
trozos de tierra discreta
que desierta amanece en el cabecero de tu madrugada.
Abraza instintos,
se detiene en la hierba,
moja tu pelo y descifra ese universo vacío que solo tus ojos llenan al
respirar.
Somos luz entonces,
nos provoca la magia de
los reflejos obscenos entretejiendo las gotas de un rocío huérfano y asolado.
Pero tu soledad es un
margen estrecho donde se acurrucan tus miedos y con destreza se deshacen de mi,
se entregan a ti
para obligar a los versos
a escribirte,
para habituar a las
palabras a descifrar tu nombre sin mas tendencia
que la tierra marchita
escribiendo tu vida,
recitando la mía,
desoyendo a las voces que
dicen que no volveremos mas.
Todo funde a negro
mientras te alejas.
Todo se vuelve oscuro
mientras me vives,
y sin embargo las dudas me
sobreviven
mientras un beso acompaña
cada día a tu cara desconocida.
Huyen hambrientos los
colores,
todo huele a tu recuerdo,
manos cálidas esculpen el colchón
desprevenido
desde donde todos se dan la vuelta
y el mundo vuelve a
caminar sin ser visto.
Nada me sorprende
cuando nunca quiero que te
vayas,
y las lágrimas
son azules y los versos líneas de voz indefinidas.
Y es que siempre te
vas justo a la hora de volver a escribir.
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